Me quiero ir de mi
No te rindas jamás.” Cuatro palabras fuertes. Cuatro palabras que alientan… y que también duelen. Porque, ¿quién te las dice cuando no te encontrás ni a vos misma? A veces no me veo y no hay nadie más para recordármelo. La luz se apaga, y encontrar el interruptor en la oscuridad es casi un acto de fe. El cansancio así cansa más que correr 100 kilómetros. Descubrí que las emociones y los pensamientos tienen un poder brutal. No se controlan; apenas se aprenden a manejar… y eso en los días buenos. A veces hasta pierdo las ganas de llorar. Solo siento que es demasiado, siempre lo mismo, círculos sin fin. Como recoger arena para contarla: inútil, interminable, agotador. No estoy arrastrándome en el piso, pero la sensación es como estar toda sucia, revolcada por dentro. Tormentas de pensamientos. Huracanes de sentimientos. Y sin un porqué claro. Solo ese comentario absurdo que uno escucha: “es que tu cerebro no funciona igual que el de todos”. Una frase tan inconsciente… ...