PESADILLAS DE MIS SUEÑOS
¿Qué será lo que tengo?
Desperté una mañana sintiendo un vacío en el corazón, tenía una presión en el pecho, algo que no me dejaba respirar, sin energía, con sueño todo el tiempo, perdí el interés de hablar con la gente y mi familia.
Sentí que dentro de mí vivía un personaje que no dejaba que yo avanzara, incrustaba pensamientos negativos y de muerte, sostenía todos los días mis miedos. Hizo un archivo de mis malos momentos; hacía que los recordara a cada hora del día para hacerme sentir más miserable. Lo peor fue que tomara control de mis ojos, porque empecé a verme de la forma más desagradable, jamás odié nada ni a nadie, solamente a mí.
Este sujeto me sofocaba todo el tiempo, lograba desconectarme con la realidad y me alojaba en un mundo donde sólo el dolor podía alimentarme.
Llenaba mi cabeza de notas recordándome todo lo que había fallado, lo fracasada, lo fea y lo perdedora que era. Sin darme cuenta empecé a vivir para él y yo dejé de existir, morí y él empezó a vivir por mí. Tomó el control de todo, reprimió todos mis sentimientos y los guardó en un cofre, me encerró en una cueva que hizo en mi cerebro, para dejarme morir y lograr su cometido.
Este personaje no tenía cara, media dos metros, tenía alas de murciélago, su piel era ligosa y transparente. Se podía ver a través de él, sus órganos, aunque no eran humanos; tenía un agujero negro donde está el corazón y éste era bombeado por los malos momentos y la negatividad de la gente, en vez de estómago tenía colmillos y sus pulmones eran dos cajas rojas donde guardaba los miedos de las personas, tenía un cuerno afilado y sus ojos de fuego para incinerar a cualquiera en el que pusiera su mirada.
Estaba en todas partes, se apoderaba del que estuviera distraído y de las mentes que no pudieran aceptarse. Me torturaba a diario, en mi cuerpo no cabía más que sólo él, se alimentaba de mis miedos y succionaba mi espíritu a diario. Yo estaba con cadenas y las muñecas sangraban, se acercaba para hablarme y me susurraba en un idioma que no entendía, pero lograba conectarme con él, hasta que me provocó muerte cerebral y dejé de sentir la realidad.
Una noche en esa prisión, vi que las cadenas que me ataban no tenían candados, que estuve años así sin saber que podía zafarme. Me escabullí de ese lugar con miedo y esperando que fuera una trampa, pero al pasar por la puerta me encontré con una pequeña criatura; una mujer con dos alas de mariposa y otro par de alas de águila, piernas de ratón y unos ojos tan brillantes como el sol. Su nombre era Riha, me llamo por mi nombre y me hizo seguirla, susurraba sonidos de grillo hasta que con una pata tocó mi cabeza y de inmediato empecé a entender.
Me guió al cofre donde estaba todo lo que él me había robado, lo abrí y empecé a dejar salir cada uno de mis sentimientos. Con lágrimas en los ojos y llena de euforia los abracé, porque pasé años sin poder sentir, luego me llevo a una montaña seca donde encontré mi voz, que estaba en el viento, me paré en la cima, abrí los brazos y ella volvió a mí. Tan inexperta ahora y sin saber cómo pronunciar un sonido, subimos al tren que nos llevó rumbo al sótano de mis miedos, les hablé y entendí que estaba bien sentir miedo, que no podía evitarlos, los conocí tan bien, que después podía verlos sin correr. Tomamos un autobús que nos llevó directo a mis ojos, cuando llegamos observé que tenían puesta una película frente a ellos, como un antiguo proyector, veían mi muerte y me daban ideas de cómo destruirme. Habían instalado una radio en mi cabeza con sintonía al inframundo, y este había sido el medio por el cual se abrió la dimensión para traerlo a él a mi realidad.
Riha me enseño que él llegó pero sólo dejó su voz dentro de mí, que no podía quedarse porque tenía que seguir atrapando más víctimas. Que sólo aterrorizaba y creaba este mundo en tu cabeza para mantenerte engañado, porque él no podía tocar, mucho menos matar, no tenía acceso a todos los sentidos y menos al cuerpo, solamente podía atacar con su voz y provocar que la persona terminara el trabajo.
Después que cambié la estación de radio, apagué la película, vi la realidad y abracé mis sentimientos, pude verme realmente tan hermosa, tan real, tan verdadera y vulnerable pero tan decidida a luchar y capaz de hacer lo que sea.
Quise agradecerle a Riha por mostrarme la verdad, pero ella había desaparecido, solo me dejó un sabor en la boca, un sabor de amor y libertad, que al principio fue amargo pero al final tenía unas gotas dulces que provocaban una sensación de cosquillas en mi lengua.
Abrí mis ojos y allí estaba de nuevo, en mi cama, destapada, en medio de la oscuridad. Solamente yo y este mundo maravilloso que me seguía en sueños, que se volvía realidad cada vez que le daba la gana, que me mantenía viva y me mataba a diario. Con el mismo sabor en la boca pero ahora más intensificado, con las papilas gustativas más sensibles y ese deseo de que la noche regrese, para que me atrape en su tercera dimensión; porque es allí donde todo lo que habita en mi cabeza se vuelve real, todo se hace tangible y me convierto creadora de mis pesadillas o sueños.
Con estas ganas de volverla a ver, me levanté de mi cama, descalza y en mi sombra vi las cuatro alas.
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