Real e Inesperado

Todos somos vulnerables en algún momento de nuestra vida y podemos llegar a sentirnos débiles al sentirlo.

Todos tenemos miedo de saber que existe algo que no podemos controlar, tenemos miedo de saber que aún existe esa parte en nuestro interior que se puede mover a hacer cosas sin pensarlo.
Nosotros como seres humanos algunas veces actuamos en automático, aunque queramos mantener conectada nuestra mente con todo lo que hacemos, esta conexión falla y eventualmente nuestro sentir se mueve más rápido e influye a todo nuestro cuerpo a actuar.

Seguramente vos también sos de esas personas que quiere pensar antes de actuar, de esas personas que quiere controlarse en todo momento, tener inteligencia emocional, saber cuál es tu límite para mantener una conversación sin que se convierta en discusión, saber cuántos tragos podes tomar sin pasarte y no hacer clavos. Nuestra naturaleza es querer tener planeado todo, tener nuestra vida calculada y saber cuáles son tus puntos débiles, conocerlos tanto para saber hasta donde puedes llegar, sin fallar.

Pero que pasa cuando se libera algo en ti (emocional) y te empuja a besar a alguien sin pensarlo, o cuando decís lo que te molesta sin pensar si ofendiste o cuando se te sale un gas, tan simple como gas. Nosotros perdemos el control algunas veces de nuestro cuerpo, pensamientos, sentimientos, emociones, situaciones y actuamos sin pensar.
Que pasa si te digo que está bien no tener el control de todo. Que si aceptas que no podes tener el control, vas a ser más feliz. Porque hay cosas en el universo que van a pasar querrás o no, como envejecer, morir, enfermar, entender que todos formamos parte de un ciclo temporal en la vida de alguien y que no podes aferrarte, porque nada es eterno.
Es que no hemos entendido la verdad de la vida aún, al enfocarnos en lo que no es importante. Nuestra única verdad es hoy y ese “hoy" viene con mucha cosas, personas y momentos espontáneos. Y los podríamos vivir mejor si los aceptamos como son, sin querer manejarlos, tan sólo vivirlos al máximo de su esplendor. Porque esos momentos son los que te hacen feliz, te llenan de alegría, energía y emoción.

Hoy sólo quiero decirte que entre más querrás tener un calculo de tú tiempo o manejar con una ruta sin paradas, menos vas a poder vivir la felicidad de tu camino. Sin importar cuál sea lugar de llegada, lo que lo va hacerte sonreír de ese viaje, siempre va ser el camino, cuanto te costó llegar, cuando te perdiste, cuando se te pinchó la llanta, cuando ese desconocido te ayudo y te enamoraste, cuando perdiste las llaves de la habitación y te quedaste con unos desconocidos buena gente, que se volvieron tus amigos, cuando le preguntaste a alguien ¿Te veo triste te puedo ayudar? Sin conocerlo, cuando ayudaste a ese viejito a bajar las bolsas de su carro o cuando le diste de comer a esos pajaritos. Podría no terminar si te dijera todo lo que puedes encontrarte en ese recorrido que no estuvo planeado, pero hizo algo en ti, algo que te cambió y te enseñó. Algo que tal vez no querías que pasará, que tuviste que hacer lo que la vida te dio y te puso, que te hizo sentir vulnerable y tonto, pero te dio eso que no sabías que necesitabas.

Jamás vas a estar preparado para hacer eso que no quieres, eso que no planeaste, no vas a estar preparado para fracasar, cometer errores, para enfermarte o morir, pero si podes estar viviendo todo lo que venga con una gran actitud, una gran sonrisa, preparado para aprender del perro que encontraste en la calle y estar abierto a que eso inesperado te llene lo que no sabías que estaba vacío.

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