Hablando con la del espejo
Yo otra vez viendo mi reflejo, viendo como la edad me ha comido, como mi cuerpo ha cambiado, hablando con la de mi cabeza; convenciéndola que nuestra sonrisa es la misma y asegurándole que este día será diferente.
Es un hábito verme al espejo y empezar mi día siempre en el mismo sitio, donde decido si me amo o me decepciono, donde observo todo para sentirme increíble o trato de no ver nada y salgo sintiéndome miserable.
Muchas personas creen que su batalla más grande es con los demás, cuando la única y verdadera somos nosotros mismos.
Somos los únicos que podemos hacernos brillar tanto como la luz de la luna o podemos hundirnos más que las raíces de un árbol. Por esto, es la parte más difícil del día, hablar conmigo y ver algo más allá de mis defectos, fracasos y mi físico. Yo otra vez convenciendo me que no necesito ser tan delgada para ser bonita y tratando de callar las voces de los jueces de mi cabeza que me dan calificación 0 para poder sonreír.
Es en esa milésima segundo donde me doy cuenta que ese mundo está sólo en mi cabeza, que puedo hacer más de lo que la del espejo quiere hacerme creer, empiezo a sentir el movimiento de mi corazón y a seguir el ritmo de mis pensamientos, les doy un giro y me veo tan increíble como cualquier artista, que nada de lo que me vende el mundo o a veces la de mi cabeza es cierto, que ante mi reflejo soy única y diferente, que eso es lo que me hace especial, que soy la única que se limita y se reprime de lo extraordinaria que puedo ser.
Vuelvo al espejo, empiezo con la mejor sonrisa y mi mayor aprendizaje de la mañana.
¿Vos ya convenciste a la del espejo?
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